El tiempo y el clima de Duero |
Si ha venido para disfrutar de unas vacaciones en la playa, el clima cálido le será imprescindible. La práctica del esquí, por otro lado, exige condiciones climatológicas frías. No obstante, las principales atracciones del Duero, con sus espectaculares paisajes y sus refinados hoteles, así como el vino y la comida, estarán a su disposición durante todo el año, mientras que cada estación le ofrecerá unos encantos especiales. Cuando el calor y el fuerte sol tan típico de los meses de julio y agosto hacen acto de presencia, una piscina de agua fresca suena a música celestial; mientras que el invierno, por otro lado, tiene su propio ambiente característico. No obstante, si sólo las temperaturas más suaves son de su agrado, entonces los meses de mayo, junio y septiembre, caracterizados por sus templadas temperaturas y unos índices mínimos de precipitaciones, son su gran oportunidad de viajar hasta el Duero. La región del Duero goza de su propio micro-clima, que resulta esencial para el estilo y la calidad de sus vinos. El hecho de que los vinos del Duero sean tan especiales y únicos reside en las principales características geológicas que definen a esta región, entre las que destacan las varias cordilleras montañosas que la resguardan de la influencia del Océano Atlántico, otorgándole un clima continental con veranos secos y calidos e inviernos húmedos y frescos. Prueba de ello es que uno puede dejar atrás la ciudad de Oporto fría y lluviosa, y tan pronto como se adentre en las cordilleras montañosas del Duero se encontrará disfrutando de un día soleado y agradable. A medida que viaje río arriba por esta región, podrá ver como la lluvia va desapareciendo y las temperaturas aumentan. La temperatura media en el Duero Superior es 6 grados más cálida, mientras que el volumen de precipitaciones es una tercera parte del que se registra en Oporto. Los primeros indicios de la primavera aparecen pronto. En febrero y marzo el tiempo puede ser lo suficientemente agradable como para incluso disfrutar de un picnic en el campo. Esta época del año, y especialmente en las regiones más altas, los almendros empiezan a florecer llenando los paisajes de preciosas nubes blancas y rosas. Una vez llega el mes de abril, la primavera ya es innegable, aunque no es hasta mayo que esta preciosa estación se aposenta en estas tierras para que los campos se llenen de flores y se tornen de un verde incomparable. El mes de junio todavía goza de lo mejor de la primavera, pero sin verse sometido al caluroso ambiente que rige durante los meses de julio y agosto. Aquellos viajeros del norte de Europa que vengan buscando un brusco contraste con el frío y la lluvia a los que están acostumbrados, se enamoraran de los veranos en el Duero y desearán poderse llevar aunque sólo fuera un poquitín de este sol y esta calor para disfrutar de ellos en sus países de origen el resto del año. Septiembre, uno de los meses más benévolos del año, es más bien seco y cálido, pero sin ser caluroso; además, claro está, de ser el mes de la cosecha de la uva. Octubre continúa siendo un mes cálido, aunque a partir de la segunda quincena los preciosos tonos rojizos, anaranjados y amarillentos que definen los colores de las hojas empiezan a anticipar la ya irremediable llegada del otoño. El invierno transforma el Duero. En esta época del año, uno deja de ver la vastedad de esta región para fijarse en sus aspectos más íntimos. Los colores se oscurecen y el paisaje y sus poblaciones se llenan de un ambiente casi medieval. Los pintorescos cafés, bares y restaurantes se convierten en los rincones más codiciados, al mismo tiempo que la riqueza gastronómica y los vinos de esta maravillosa región parecen incluso mejores de lo que ya eran en verano. Sea cual sea la estación que elija para visitar el Duero, la región le maravillará. |